domingo, 22 de julio de 2012

La ansiedad una emoción que nos daña o nos salva

Nosotros somos los responsables de nuestra salud emocional, sin embargo, nadie nos enseña a manejar y canalizar nuestras emociones, en esta materia somos autodidactas. Las emociones pueden ser constructivas, como las que producen bienestar o destructivas, que desecandenan malestar. Una de las emociones que proporcionan gran malestar y que cada vez padecemos más es la ansiedad, un estado de alerta de nuestra mente ante un temor impreciso que se manifiesta con desagradables síntomas en nuestro cuerpo. Está comprobado que emociones negativas intensas alteran el sistema inmunológico del cuerpo haciéndonos más vulnerables a contraer cualquier enfermedad. La ansiedad es una sensación displacentera y difusa que puede ser desde moderada a alcanzar intensidades que hacen creer a la persona que la siente que está al borde de un abismo y va a morir en cualquier momento, volverse loco o perder el control. La ansiedad puede desencadenar desagradables síntomas orgánicos como opresión en el pecho, taquicardia, nauseas, frío, diarrea, contracturas profundas y dolorosas, sensación de falta de aire, mareos y diversas sensaciones de malestar. Además, la persona que soporta ansiedad largo tiempo tiende al decaimiento y tristeza, pues el gasto de energía que supone la emoción impide vivir la vida con placer.
La ansiedad es para la mente lo que la fiebre es para el cuerpo, un síntoma o indicador de que interiormente tenemos un nucleo de confusión, un temor infundado e irracional. La ansiedad tiene pues su origen en nosotros mismos; así las contradicciones internas, los conflictos interiores, las ambivalencias, las frustraciones no superadas, la represión y muchos otros factores pueden motivarla.
En muchas ocasiones la ansiedad irrumpe de forma brusca en nuestras vidas sin causa aparente. Ese sufrimiento psíquico suele estar localizado en acontecimientos pasados, en nuestros primeros años de vida. Esto se explica muchas veces en la ausencia del afecto materno que necesitamos. En ocasiones los niños son apoyo de adultos inestables e inmaduros, cuando el papel que corresponde a ese adulto es proteger al niño. No hay mayor ansiedad que la que produce el miedo a perder el amor de las figuras de las que depende nuestra vida cuando somos niños, por eso la importancia del papel materno y paterno en los primeros años de vida es crucial para evitar ansiedades en el futuro. El ser humano siente por primera vez ansiedad cuando la madre se aleja del niño en los dos primeros años de vida, aunque no tengamos recuerdo consciente de ello eso queda grabado en nuestra memoria y puede regresar ante cualquier circunstancia de la vida. La responsabilidad de los padres en este tipo de síntomas de ansiedad es importante, pero que los padres sean responsables no significa que sean cualpables, porque no pudieron hacer otra cosa y probablemente ellos también tuvieron sus carencias, dificultades y ansiedades propias. Cuando maduramos y nos responsabilizamos de nuestas propias vidas siendo honestos con nosotros mismos acabamos reconociendo los defectos de nuestros progenitores pero no dejamos de quererlos ni los responsabilizamos de nuestro sufrimiento.
La ansiedad tapa muchas veces la necesidad desesperada de que nos quieran, porque no nos creemos merecedores del amor que no puedieron darnos en los primeros años de vida, porque no aceptamos cómo somos o aquello que nuestros padres no aceptaron colocándonos etiquetas.
La ansiedad es prima hermana del miedo, otra emocion universal que todos sentimos. Todos los temores, miedos, insuficiencias, impotencia ante situaciones difíciles, carencias emocionales y desorden interno o externo generan ansiedad, al igual que muchas emociones negativas como los celos, la hipersensibilidad, la voraz persecucion de metas en el exterior en detrimento de la propia salud mental-emocional, el olvido de nuestra esfera interna y, en parte, ese lado neurótico que tenemos todas las personas hasta que nos conocemos y nos integramos. A veces deriva en una angustia existencial, tratando de ganar todo excepto a nosotros mismos. El antídoto para la ansiedad es la aceptación consciente y superar los autoengaños o establecernos en una actitud de apertura y desapego.
Es posible usar de forma constructiva la ansiedad, depende de nosotros el que nos enfrentemos a ella superándola y creciendo emocionalmemte como personas. La ansiedad, al igual que cualquier situación de crisis emocional, puede ser un trampolín poderoso para conocernos y mejorar como personas en nuestra evolución, si no eres capaz de manejarla no dudes en acudir a un psicologo especialista en tratarla. La ansiedad bien utilizada ha producido los mejores poemas, inventos, ayuda a otras personas que la padecen y puede ayudarnos a llegar donde nos propongamos, incluso a nuestro propio corazón.