viernes, 20 de diciembre de 2013

NAVIDAD, ¿DULCE NAVIDAD?

Se acerca la navidad, una época de luces y sombras, donde algunos se reunen en torno a elegantes mesas con decorados lujosos y otros muchos van a comedores sociales buscando solidaridad y ayuda.Una época donde algunos disfrutan de la familia y otros están lejos, con la nostalgia y la añoranza de no poder reunirse con sus seres queridos.Unas fechas en las que recordamos especialmete a los que ya no están con nosotros y de algún modo siguen presentes en nuestras vidas y en estas fiestas se hacen más presentes si cabe. La imagen de familias felices que se reúnen para disfrutar en compañía de la Navidad queda muy lejos de algunos hogares de personas que están solas o que han perdido recientemente a algún familiar o amigo. Para ellos, estos días de fiesta se presentan especialmente duros, ya que traen muchos recuerdos y además se paralizan algunas actividades cotidianas que a diario les permiten centrar la atención en cosas positivas o por lo menos, no pensar en las negativas. A veces no es por la falta de un ser querido, sino porque en muchas ocasiones las reuniones familiares, más allá de esas imágenes de gente sonriendo alrededor de un pavo, se convierten en campos de batalla y en explosión de asuntos pendientes.
Escribo este artículo pensando en éstos últimos y en muchas personas que acuden en estas fechas a mi consulta con conflictos personales, con miedos a disputas, riñas o enfados; en aquellos que se sienten solos o abandonados, desdichados o anclados en un callejon sin salida; a todos ellos les quiero mandar una reflexión desde mis vivencias y la nostalgia de una niña que echa de menos aquellas navidades en torno a la mesa de madera del comedor de su abuela.
En aquel entonces todos llegábamos a la casa de la abuela igual que en el famoso anuncio de turrones de la tele; quizá sea por eso que siempre me hace llorar cuando lo veo. Todo el mundo se reunía para celebrar aquellas fiestas en familia. Desde la ventana del salón esperaba con mi abuela, notando la emoción en sus ojos al ver como sus hijos y nietos volvían a casa por Navidad. Ambas identificábamos perfectamente los ruidos de cada coche y yo esperaba ilusionada la llegada de mis primos de Madrid. La abuela ya tenía toda la mesa preparada y llena de manjares y nosotros, los niños, preparábamos el teatrillo de navidad para entretener a los adultos. 
Desde que ella no está las navidades ya nunca han vuelto a ser lo mismo. Nunca hemos vuelto a pasarlas todos juntos y nadie ha vuelto a ser capaz de preparar una mesa con tanto amor. Este año pediré que uno de esos sueños sea volver a reunirnos y disfrutar de nuestro teatro familiar de nuevo, pues cada familia es como una representación teatral, con amor, drama, miedo, luces y sombras y de cada uno de nosotros depende contribuir a ser parte o no de un final feliz.
Desde el Gabinete de Psicologia Vila de paz aprovechamos para felicitar las Navidades a todos los que nos siguen y también para ofrecer a todas esas personas que lo pasan mal en estas fechas una serie de consejos que pueden ayudarles a sentirse mejor:
En primer lugar podemos intentar recuperar el contacto con personas a las que apreciamos y hace tiempo que no vemos, haciendo una llamada para felicitar las fiestas. 
Resulta también muy positivo retomar la relación con ese familiar con el que tenemos alguna rencilla, olvidando y perdonando acciones pasadas. 
Salir a la calle para respirar el ambiente de mercadillos, belenes, actividades infantiles, etc. 
Pensar en detalles, (comprados o elaborados por nosotros mismos), para aquellas personas que apreciamos. A veces no es necesario dinero; una poesía, una carta o una postal hecha por nosotros mismos pueden ser el mejor de los regalos.
Procurar estar en compañía.
Participar en acciones humanitarias como comedores sociales, ONGs, parroquias. Las acciones generosas producen un sentimiento de bienestar en el que las desarrolla. 
Y, una de las más importantes, aceptar nuestras circunstancias tal y como son, con todo el optimismo que nos sea posible. Debemos quedarnos con lo bueno de todas las cosas que nos han ocurrido. Las experiencias vividas antes de perder a esa persona o ese puesto de trabajo, son un buen ejemplo de ello.
En definitiva, te gusten o no las navidades, éstas nos ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre muchas cosas. La clave para superarlas o mejorarlas reside en asumir que en las navidades no todo tiene que ser perfecto.
En realidad, la Navidad debería ser el momento ideal para perdonar, “hacer borrón y cuenta nueva” de los pequeños y grandes malentendidos acumulados, para volver a empezar de cero. Sin embargo, el cariz que ha tomado esta fiesta hoy en día no nos facilita las cosas. Vivimos en una sociedad de consumo, donde los regalos y las cenas ocupan el centro de los acontecimientos. Hay mucha presión, muchas cosas que se ponen en juego en torno a unas veladas perfectas. Ahora bien, la Navidad debería ser, ante todo, un tiempo de movimiento íntimo, un momento de retiro y de silencio. 
Os animo a todos a pedir perdón a aquellas personas que pensáis haber herido, a perdonar a aquellas que os han herido a vosotros, a llamar a alguien si os sentís solos, a ayudar a alguien que pensáis que lo necesita, a soñar, a bailar, a reir, a llorar, a recordar y, sobretodo, os animo a pensar en qué deseáis. Imaginad que los reyes magos pueden concedernos cada uno un deseo y pensemos en qué tres deseos pedir para el 2014; si no somos capaces de desear entonces pidamos ayuda, pues quien no desea nada tal vez ha perdido las ganas de vivir y eso requiere una ayuda profesional urgente.
Recuerda que la Navidad es solo una fecha en el calendario y que cada persona le da el significado que ella quiere.
Felices fiestas para todos y próspero año nuevo.

miércoles, 3 de julio de 2013

La Inteligencia Emocional como vehículo de las emociones

La Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales. Entre las habilidades emocionales están la capacidad de motivarse, persistir frente a las decepciones, controlar los impulsos, saber decir NO a las recompensas inmediatas en pos de una gratificación más duradera a más largo plazo, mantener estable el estado de ánimo, mostrar empatía o tener esperanza, entre otras.
Las personas con una alta Inteligencia Emocional conocen, manejan, interpretan y se enfrentan con eficacia a los sentimientos, tanto propios como ajenos. Tienen ventaja en las relaciones amorosas y dominio sobre su propia vida, además de sentirse satisfechas, eficaces y productivas.
Todas las emociones son necesarias. No se trata de estar feliz todo el día, ya que el dolor es también parte de nuestras vidas y, muchas veces, es incluso necesario. El secreto de una vida emocional plena se basa en aceptar y encajar convenientemente todas las emociones, las que nos producen felicidad y las que nos provocan tristeza o dolor, sin dejarnos arrastrar por las adversidades ni vivir de manera desproporcionada los problemas.
Una de las estrategias básicas es aprender a controlar nuestros impulsos, si bien a veces las emociones son tan fuertes que pueden entorpecer la capacidad de pensar o planificar.
Debemos destacar también virtudes como el optimismo y la empatía. El primero, pues evita que caigamos en la desesperanza o depresión.  Es importante sentir que tenemos cierto dominio sobre los acontecimientos de nuestra vida, aceptando los desafíos como se nos presentan, con la convicción que podremos superarlos.
Sin duda, el mundo emocional influye de forma clara en nuestra salud. Así, cuando enfermamos, nuestro estado emocional juega un papel fundamental a la hora de recuperarnos, así como puede también ser una fuente de persistencia de la enfermedad.
La ira parece ser la emoción que más daña al corazón. Por su parte, la ansiedad excesiva disminuye nuestro sistema inmunológico, dejándonos a merced de resfriados, herpes, problemas digestivos, etc… Por eso es importante aprender a manejar la ansiedad con ejercicio físico, relajación, contacto con la naturaleza, yoga o otras terapias alternativas.
La esperanza nos brinda la fuerza para soportar las circunstancias dolorosas.
La Inteligencia Emocional nos habilita para triunfar en la vida y nos ayuda a mejorar nuestra salud física y psíquica. Cuando estamos de buen humor y en armonía interna, nuestra actitud mejora frente a las vicisitudes de la vida cotidiana.
Por tanto, todo pasa por nuestras emociones y por cómo interpretamos la realidad. Podemos tener todo y no quererlo o tener poco y sacarle el máximo jugo posible.
Siempre somos nosotros quienes tenemos el poder y es nuestra decisión si estamos dispuestos a aprender y explotar nuestro potencial o en cambio preferimos quedarnos estancados.
En el Gabinete de Psicología Vila de Paz organizamos cada año, allá por el mes de octubre, unas jornadas de retiro de fin de semana para conocernos más a nosotros mismos y mejorar nuestra Inteligencia Emocional y nuestras habilidades y estrategias frente a las emociones. Este encuentro se realiza siempre en un entorno idílico inmerso en plena naturaleza. En próximos artículos iremos dando más información al respecto. De la misma forma, cualquier persona interesada en este u otros aspectos se puede poner en contacto con nuestro Gabinete, desde donde estaremos encantados de ofrecerle más información.

martes, 4 de junio de 2013

Terapia de grupo: un espacio de confort

La terapia de grupo es un espacio compartido en espacio y tiempo por personas que desean identificar sus capacidades y desarrollarlas, buscando y encontrando respuestas a algún posible malestar, con el objetivo de sentirse mejor y afrontar de una manera más eficaz las dificultades del día a día. La terapia permite encontrar estrategias de afrontamiento ante las vicisitudes de la vida. No se pretende, en ningún caso, dar consejos ni sugerir conductas; el terapeuta es solo un guía que aporta y reconduce la información en el grupo. Se trata de una vivencia, no de un debate sobre la conveniencia o no de unas determinadas conductas.
Varias personas se reúnen en un clima de escucha, respeto, aprendizaje y ausencia de críticas destructivas, dispuestos todos a compartir miedos e inseguridades a fin de crecer y evolucionar como personas.
En general, participar en una terapia de grupo genera muchas veces temores o miedos, todo por enfrentarse a una situación desconocida. Esto hace que, al inicio de la terapia, los participantes se muestren reticentes a exponerse ante otros desconocidos. Lo sorprendente es que si se arriesgan a empezar la terapia, después de los primeros encuentros, se observa un aumento de la confianza, en sí mismos y en el resto del grupo y en las propias capacidades y posibilidades de conocer emociones y sentimientos que se producen a través de la interacción con los demás, sentimientos muchas veces ocultos en nuestro interior y que no somos capaces de sacar a la luz. Así, estos sentimientos y emociones, si no somos capaces de expresarlos, acaban enquistándose en nuestro interior y pasan a ser un lastre más que deja nuestra ajetreada vida, tornándose en malestar psicológico, ansiedad o sintomatología física que azota nuestro cuerpo.
El grupo plantea una metodología de trabajo que aporta innumerables beneficios, convirtiéndose en un espacio de seguridad para sus participantes, un lugar confortable que proporciona sentimientos de pertenencia y entendimiento compartido.
Algunos aspectos que se mejoran asistiendo a una terapia de grupo para crecimiento personal es el conocimiento más profundo sobre uno mismo y nuestro modo de pensar, sentir y actuar acerca de nuestras capacidades y limitaciones a la hora de relacionarnos con los demás, ya sean familiares, compañeros de trabajo, amigos, pareja, etc…En el grupo se trabaja también la tolerancia a la frustración, desarrollando la paciencia e interés en los demás y no solo en nosotros mismos. Nos enriquecemos, no solo de las aportaciones del terapeuta, sino de las del resto de participantes del grupo.
La terapia de grupo es, además, la representación a pequeña escala de lo que nos encontraremos en el exterior, facilitándonos un entrenamiento seguro y confortable para evitar decepciones y frustraciones futuras en ambientes más hostiles.
Para participar en una terapia grupal, necesariamente, el psicólogo debe conocer primero de forma individual a los integrantes de la misma para valorar cada problemática por separado y orientar hacia el grupo más adecuado a las necesidades individuales de cada uno, pues no todo el mundo se encuentra en un momento óptimo para realizar una terapia grupal.
El Gabinete de Psicología Vila de Paz realiza desde hace ya ocho años dinámicas grupales y sus terapeutas están formados específicamente en la dirección de este tipo de terapia, siendo capaces de guiar a integrantes con diversas problemáticas, así como grupos de crecimiento personal.
Consideramos que en la mayoría de los casos la terapia grupal es una experiencia más real y enriquecedora para las personas que una terapia individual, pues fomenta y alimenta la realidad social. No hay nada como vivenciar por uno mismo y ante otros nuestros puntos fuertes y nuestros aspectos más débiles, en un ambiente protegido como es una terapia grupal. Os animo a todos a vivir una de esas evoluciones personales en un marco como el que os podemos ofrecer si es esa vuestra necesidad.

martes, 23 de abril de 2013

Desmontando tópicos: la esquizofrenia

La esquizofrenia es una enfermedad multicausal y multifactorial que consiste en un trastorno fundamental de la personalidad, una distorsión del pensamiento. Aquellos que la padecen tienen, frecuentemente, el sentimiento de estar controlados por fuerzas extrañas y poseen ideas delirantes que pueden ser extravagantes, con alteración de la percepción, afecto anormal y aislamiento social. La edad promedio de debut en la enfermedad para los hombres es entre los 15 y los 25 años, mientras que en las mujeres lo es entre los 25 y los 35 años. No obstante puede aparecer antes o después, aunque es poco frecuente que surja antes de los 10 años o después de los 50

La persona con esquizofrenia puede tener percepciones de la realidad muy diferentes a las que comparten las personas que les rodean; puede sentirse asustada, ansiosa y confundida, debido a que vive en un mundo distorsionado por alucinaciones y delirios
Las alucinaciones son percepciones que no se basan en la realidad y pueden ocurrir a través de cualquiera de los sentidos, audición, vista, tacto, gusto u olfato. Sin embargo, el escuchar voces que otras personas no escuchan (alucinaciones auditivas) es el tipo más común en la esquizofrenia. Las voces, a veces, advierten al paciente de peligros inminentes e incluso le dan órdenes.
Los delirios son creencias falsas que no responden a la razón ni a la evidencia y que no son compartidas por las personas que rodean al enfermo. Por ejemplo, los pacientes que sufren esquizofrenia de tipo paranoide generalmente tienen delirios de persecución, por lo que creen ser engañados, acosados, envenenados o víctimas de una conspiración en su contra. Estos pacientes pueden creer que ellos mismos, un miembro de su familia o alguien muy cercano es víctima de una persecución por parte de otra persona u organización. Otro tipo de delirio que se puede dar en la esquizofrenia es el de grandeza, donde el enfermo cree ser una persona famosa o importante. Algunas veces los delirios experimentados por las personas con esquizofrenia son insólitos, por ejemplo, el caso del enfermo que cree que un vecino controla su comportamiento con ondas magnéticas o que las personas que aparecen en televisión le están enviando mensajes. Sin embargo, tras el delirio sí existe una base real, pues en otras épocas donde las tecnologías de la información y la comunicación no estaban tan desarrolladas no se deliraba con ondas radiales o microchips. Todos estos síntomas reciben el nombre de síntomas positivos.
Las personas que sufren de esquizofrenia generalmente padecen una limitación en su capacidad de expresión afectiva. Esto hace que el paciente hable con voz monótona o mantenga una expresión facial apática, hecho que le aísla, todavía más si cabe, socialmente. Cuando el enfermo es forzado a interactuar con los demás aparenta no tener nada que decir o se mantiene distante. En casos graves el enfermo puede pasarse días enteros sin hacer nada e inclusive ignorar la higiene personal más básica. Estos problemas de expresión emocional y de motivación son los denominados síntomas negativos de la enfermedad.
Frente a la habitual creencia que se tiene de ellos de ser personas violentas o imprevisibles (realmente suelen ser extremadamente sensibles y con capacidades asombrosas), los pacientes que sufren de esquizofrenia suelen ser personas tímidas que reciben la violencia de no ser entendidas por la sociedad.

Apender a echar el ancla

¿Qué queremos de verdad en la vida?. Necesitamos un objetivo que nos haga levantarnos cada día.
Solemos pensar que el resto tiene una vida más fácil que la nuestra, quizá porque no nos ha tocado vivirla y no conocemos la realidad de los demás. Tenemos un corazón para amar, una mente para soñar, unas manos para trabajar...solemos culpar a otros o al destino de nuestros actos, sin embargo es nuestra mente la que nos impide bailar bajo la lluvia. Nada es tan real como nuestros pensamientos, pues la mente no distingue entre verdadero y falso. Somos nosotros quienes damos esas categorías, por eso nos convertimos en lo que pensamos.
El control de nuestra vida vendría dado por responsabilizarnos de nuestra forma de pensar. Aprender a pensar es saber manejar nuestra mente y controlar nuestra vida. Cuando la mente no está entrenada los pensamientos van y vienen, produciendo sufrimiento innecesario y comportamientos que a veces escapan a nuestro control.
Solemos pensar demasiado y vivir poco. Nuestra cultura nos entrena más en lo racional que en lo intuitivo. Somos incapaces de dejarnos llevar por lo que sentimos y tendemos a escapar de nuestras emociones con técnicas destructivas como el consumo abusivo de alcohol, pastillas, drogas, comida, adicción al trabajo, a las compras compulsivas, etc...
La pregunta sería: ¿Sabemos a dónde nos dirigimos, lo que queremos en la vida realmente? ¿Nos centramos en aquéllo que nos calma el desasosiego y en la búsqueda de no se sabe muy bien qué?. Quizá deberíamos pararnos y permitirnos escuchar nuestro cuerpo y nuestras emociones. Sería positivo también para nosotros contemplar sin prisas una puesta de Sol o cantar y bailar bajo la lluvia de vez en cuando.
Sin rumbo definido somos barcos a la deriva que no saben dónde echar el ancla y pasamos de largo delante de paraísos de oportunidad sin ser capaces de reconocerlos. Quizá deberíamos aprender a echar ese ancla y observar con detenimiento dónde nos encontramos para saber hacia donde dirigirnos.

domingo, 24 de marzo de 2013

Desde la orilla del dolor

 
Escribo el articulo de este mes desde el sentimiento de una profunda tristeza ante la pérdida de un ser querido, y la frustración de observar el sufrimiento de quienes quiero ante esa pérdida.
Todos nosotros hemos sido educados para buscar la “seguridad”. Sin embargo, la vida es un constante fluir de experiencias, emociones y necesidades a las que, inevitablemente, tenemos que ir adaptándonos.
El cambio de colegio, la separación de unos padres, el nuevo puesto de trabajo, ser madre, la muerte de un ser querido, un nuevo domicilio, afrontar una grave enfermedad…, tantos y tantos cambios que se suceden en nuestras vidas y forman parte de nuestra evolución.
Sin embargo, no nos han preparado para los cambios, ni nos han enseñado a procesar las pérdidas. Paradójicamente, nos educan para la búsqueda constante de la “estabilidad”. Aspiramos a tener “garantías” de que todo permanecerá igual, que será estable y seguro. Esto es tan absurdo como pedir que siempre sea de día y no llegue la noche.
Desde pequeña escucho comentarios absurdos del tipo: “lo mejor es que te asegures un buen porvenir ” o, “¡cómo se te ocurre ahora cambiar de trabajo si ya estás fija!” o, “tú, lo que tienes que hacer es buscarte un buen marido” o, “si no estudias nunca serás nadie en la vida”…
son consejos para conseguir una aparente seguridad y estabilidad en nuestras vidas. Y claro, tenemos miedo a los cambios. Pretendemos dirigir cada una de nuestras acciones y protegernos de desagradables “imprevistos”. No nos damos cuenta que el cambio es inevitable. Derrochamos parte de nuestra energía empeñados en controlar lo incontrolable, nadando contra corriente.

Con todo este bagaje educativo es lógico que huyamos de los cambios, los vivamos de forma negativa, incluso destructiva. Pero merece la pena pararnos y reflexionar sobre este asunto. las pérdidas son inevitables y es importante asumir que existen, pero podemos aprender a procesar el dolor y sufrimiento que conllevan.
Fluir con la vida significa aceptación, dejar llegar lo que viene y dejar ir lo que se Va, pero nadie nos prepara para hacerlo.
El llanto es una manera de canalizar nuestra rabia y dolor ante una pérdida. Es sano sentirse triste cuando tenemos motivos para ello.
De pequeña viví de cerca la muerte de lo más querido, un padre y una abuela que fue como una madre. Hoy, desde la perspectiva del tiempo que ha pasado, revivo con cada pérdida aquel momento que una niña no supo gestionar desde unas emociones inmaduras, sin nadie que le explicase lo que estaba pasando.
Me gustaría, de alguna forma, poder dar consuelo con mi experiencia pasada a una amiga, que sufre hoy de una forma desgarradora, enviándole un mensaje de coraje y un cuento del alma a una pregunta que desgarro mi alma cuando la escuche, y a la que no tengo aún respuesta:
¿ Como se vive con algo así?
 
El sufrimiento y la muerte son universales., todo viaje tiene un principio y un fin. El sufrimiento es consecuencia de la valoración personal y subjetiva de que algo amenaza o daña seriamente nuestra existencia o la de alguien que consideramos de importancia vital para nosotros.
La evaluación del tiempo subjetivo en comparación con el tiempo cronológico Puede suponer un indicador en nuestro cambio hacia la aceptación de una pérdida, pero ya no somos iguales ni vivimos como antes de ella. No podemos abandonar rutinas necesarias como alimentarnos, descansar o distraernos, pues proporcionan una energía vital necesaria cuando los rincones de nuestra alma solo se alimentan de sufrimiento, miedo, rabia y desolación.
La muerte de quien amamos tanto deja en nosotros confusos sentimientos de injusticia y culpabilidad que no son reales y solo tratan de "colocar" la tristeza y el apego a lo que creíamos nuestro y no es de nadie.
Con el tiempo el dolor se diluye, pero no desaparece. Nos hace conscientes para valorar cada momento vivido, cada experiencia de amor, calma y felicidad. Nos hace restar importancia a absurdos problemas que nos creamos y por los que sufrimos de forma innecesaria.
 
Mi cuento se titula,
El viaje continúa.
 
A lo lejos, la visión de alegres prados verdes y niños sonrientes, borrosas colinas de adolescentes inseguros, atardeceres de miedo y desolación. Luego, la lluvia casi eterna que limpia el cielo grisáceo de una nueva ciudad, lagrimas perdidas en la niebla ya difíciles de recordar. Hoy, el sufrimiento crece en mi interior, indisolublemente unido a una extraña sensación temporal que poco tiene que ver con las horas que van marcando, inexorablemente, los relojes que nunca entiendo ni observo.
Hoy la tristeza lo cubre todo con su manto gris. Aún así, al otro lado asoma la esperanza y la vida. Todavía nos esperan hermosos paisajes con montañas y prados verdes llenos de margaritas . Espero estar a tu lado y dejar que veas como crecen las flores.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Reflexiones

Cualquier etapa de la vida es buena para aprender y evolucionar. No temas volver a empezar. Renueva tu espíritu cada día mediante la meditación. Renueva tu mente aprendiendo cosas nuevas.Aunque siempre hayas hecho el mismo trabajo, no tiene porque seguir siendo así hasta el final de tus días. A lo largo de nuestra vida, nacemos y morimos muchas veces,y se nos brindan muchas oportunidades.Vivimos en una época mucho más flexible que en siglos anteriores. Quiero dar la enhorabuena a alguien que hace poco ha empezado terapia conmigo, no por un problema en concreto, sino por el placer de evolucionar a nivel personal, crecer y conocerse más asi mismo, es un placer acompañar a personas en esa travesía, algo menos frecuente que acompañarlas cuando trás mucho sufrimento entienden que deben ponerle fin y modificar sus pensamientos, sentimientos y acciones. De una forma u otra doy las gracias a cualquier persona que decide emprender un camino hacia la felicidad y me deja acompañarla, eso hace que mi profesion sea un privilegio.

 

Tambien quiero animar a alguien que se está encerrada en su propio sufrimiento, alguien para quien daria todo por una sonrisa y no puedo hacer nada, mi amiga, alguien con quien llevo años caminando. Deseo que desees salir a caminar de nuevo y busques la luz que un dia tuviste cerca y perdiste hace tiempo.Agradezco esa luz siempre que ha estado presente en mi vida, hoy me encantaria verla brillar de nuevo.

lunes, 25 de febrero de 2013

TALLERES DE AUTOESTIMA

Todos sabemos en mayor o menor medida qué es la autoestima y si la tenemos más o menos “alta”. Sin embargo, en ocasiones, no somos capaces de querernos y valorarnos como debiéramos. Nos comparamos continuamente con los demás, y muchas veces salimos perdiendo, o eso creemos, al exigirnos en exceso, hecho que hace que estemos permanentemente criticándonos. ¿De dónde sacamos las conclusiones sobre nosotros mismos? ¿Por qué podemos sentir que somos tímidos o lanzados, inteligentes o limitados, generosos o egoistas? ¿De qué depende? ¿Cómo llegamos a saber cómo somos realmente? ¿Por qué a pesar de conseguir logros no nos sentimos bien con nosotros mismos? Son muchas preguntas con difícil respuesta. Revisar cómo somos en realidad es importante. Nuestros pensamientos, sentimientos o conductas corroboran el criterio que nos hemos ido forjando sobre nosotros mismos, a pesar que muchas veces nos presentan información que lo contradice. Muchas veces las personas nos comportamos repitiendo el “papel” que se espera de nosotros, un papel que viene determinado desde nuestra niñez. Otras veces, en cambio, procedemos con “libertad”. No es fácil cambiar el comportamiento repetido tras años, pues está fijado en nuestro cerebro. Pero sí es posible conseguirlo con trabajo personal, conociéndonos más a nosotros mismos y mejorando así nuestra autoestima.
El autoconcepto o la suma de creencias que tenemos sobre lo que sabemos o creemos saber sobre nosotros mismos se va formando a lo largo de nuestra vida. En base a ese autoconcepto construimos nuestra autoestima o “cómo nos sentimos con nosotros mismos”. La autoestima viene determinada por conceptos que tenemos acerca de nuestro Yo físico, moral, personal, social, familiar…
El Gabinete de Psicología Vila de Paz propone a aquellas personas interesadas en conocerse más y mejorar así su autoestima un taller teórico-práctico para aprender a gozar de una autoestima más saludable. El taller se llevará a cabo cuando haya 15 personas inscritas. Las personas interesadas en reservar plaza u obtener más información acerca del Taller pueden hacerlo llamando a los teléfonos del Gabinente (617 387 828 / 674 491 359 / 971 845 992) o bien a través de Facebook o al mail: sandrapgvilarin@hotmail.com.

viernes, 22 de febrero de 2013

Busco una solución rápida, ya no puedo más.

La frustración surge cuando no logramos nuestros deseos y se manifiesta mediante el enojo, la depresión, la tristeza o la ansiedad. Se relaciona con una percepción exagerada y abrumadora de la situación que vivimos y el autoconvencimiento de que ese malestar es insostenible y no lo podemos tolerar.
Creemos equivocadamente que nuestra vida siempre debe ser fácil y lo más placentera posible, creencia que choca inevitablemente contra la realidad. Esto hace que muchas veces abandonemos proyectos personales o ciertas situaciones porque no sabemos cómo manejarlas sin angustiarnos.
Lamentablemente el mundo no gira de acuerdo a nuestros caprichos y cuando no podemos salirnos con la nuestra no es el fin del mundo, siempre hay otra actitud a escoger, otro camino a elegir en lugar de enojarnos o entristecernos. La satisfacción instantánea es un gran engaño, ya que suele ser demasiado efímera y muchas veces caemos en actitudes dañinas para nosotros mismos con tal de lograr una solución rápida a aquellas cosas que por sí mismas necesitan de tiempo para evolucionar. Por ejemplo, por más que hagamos dietas milagrosas los kilos regresan o las secuelas en nuestra salud quedan.
Vivimos en una sociedad donde cada vez más, queremos soluciones rápidas. Frecuentemente las personas a la mínima molestia,malestar o sufrimiento buscamos una solución para hacer que desaparezcan esas sensaciones.
Si me duele la garganta, me tomo un frenadol o voy al medico a que me recete algo, y si hablamos de malestar psicólogico las personas buscamos soluciones sin querer cambiar. Tengo una paciente que constantemente me pregunta si puedo hablar con su psiquiatra para que le de una pastilla para la rabia que tiene a su marido y otra para el resentimiento que siente hacia su madre, sin embargo repite lo mismo sin escuchar ni una palabra más de lo que se dice en terapia .Los frecuentes: “ Ya no puedo más, necesito una solución”, en pocas ocasiones están seguidos de un “ Me pongo manos a la obra para solucionar esto y modifico lo que estoy haciendo, para llegar a sentirme de otro modo”.En definitiva buscamos que las cosas se solucionen de forma instantánea y por supuesto sin mover un dedo ni esfuerzo alguno por nuestra parte, que para eso ,“ están los médicos que entienden y me darán algo que me quite esta angustia”
Cuesta entender que las emociones son necesarias y debemos sentirlas, procesarlas, encajarlas y modificar nuestros pensamientos si queremos que cambien esos sentimientos que nos incomodan. Cuesta entender, que a veces debemos pararnos y escuchar a nuestro cuerpo y a nuestras emociones para descifrar el mensaje que nos envían y modificar la ruta que estamos siguiendo desde hace tiempo en busca de otro camino que nos proporcione mayor bienestar y felicidad.
Nos frustramos y solemos abandonar los procesos que requieren un esfuerzo a la primera de cambio, buscando otro profesional que nos ayude pues el anterior no me funcionaba y requería que yo hiciese un esfuerzo. Proyectamos en los demás nuestras responsabilidades y tapamos durante años nuestras emociones con cualquier pastilla que las disimule o las tenga a raya.
La baja tolerancia a la frustración tiene sus comienzos en nuestra infancia, todos de niños somos muy narcisistas y creemos merecer todo lo que deseamos, el niño quiere las cosas y las quiere ahora.
Para tolerar mejor la frustración tendremos que cultivar nuestra paciencia y tolerancia ante aquella dificultad que no puede ser cambiada de inmediato. Aceptar la realidad nos permite aceptar la vida tal cual como se nos presenta en el momento actual y nos ayuda a manejar aquellas situaciones que por ahora no pueden ser cambiadas.
Debemos aprender a ver las cosas desde otra perspectiva, desafiando esas creencias erróneas que nos llevan a no soportar nada poco placentero de nuestra realidad. Cuando te sientas frustrado no corras a buscar la solución más rápida y dañina, piensa en cómo te sientes, respira hondo y reflexiona en como actuar de otro modo. Por más incómodo que sea el malestar tienes la fuerza para soportarlo. Lo malo siempre pasa tarde o temprano, debemos ser pacientes con nuestra vida que está llena de tormentas y de paz, las cosas no siempre pueden salir a pedir de boca pero ninguna situación es para siempre. La paciencia no tiene nada que ver con tiempos de espera, sino con la fortaleza para enfrentar el dolor sin perturbarnos emocionalmente. Nuestra respiración está diseñada para centrarnos en nosotros mismos o algún otro objeto para poder calmarnos. Concentrarnos en la respiración es muy útil cuando nos sentimos sobrepasados por determinada situación, distraídos, preocupados.
Aceptar lo que sientes es nececesario, pues escaparnos del dolor solamente traerá peores consecuencias, debemos aprender a estar en paz con nuestra propia realidad. La aceptación es necesaria para el cambio, para poder reaccionar y actuar. Existen ciertas cosas que no tienen solución, pero otras sí, el primer paso es saber diferenciar estas situaciones y aprender a estar en armonía con lo que sucede a nuestro alrededor. Solamente cuando somos concientes de nuestra realidad es cuando tenemos el poder de hacer algo al respecto.
El sufrimiento ocurre cuando somos incapaces de aceptar las situaciones dolorosas, cuando luchamos con todas nuestras fuerzas para erradicar el dolor de nuestro plano conciente, cuado quiero que mi ansiedad desaparezca de un plumazo o con una pastilla sin pensar el que es una señal que me esta indicando un camino, un cambio y una evolución personal.  El sufrimiento es el dolor además de la no aceptación del mismo. En la lucha para huir del dolor nos quedamos atascados en negar la realidad y es lo que mantiene el sufrimiento.
La frustración es parte de la vida, no podemos evitarla, pero si podemos aprender a manejarla y a superarla. Tolerar la frustración nos permite enfrentarnos con éxito a la vida. El camino al éxito, está formado por aceptación, acción y perseverancia. Cada paso, por pequeño que sea, te acerca a la meta.

viernes, 4 de enero de 2013

Nuevo año:Nuevos pensamientos.


Empieza un nuevo año. Los Mayas anunciaron que sería el último. Quizá nosotros debiésemos reflexionar y plantearnos que sea el último en el que no hagamos nada para evolucionar, cambiar, mejorar, en definitiva, intentar no quedarnos estancados en pensamientos que desde hace ya tiempo nos limitan.
No cabe duda que nos condicionan innumerables factores, como nuestra cultura, el ambiente donde nos criamos o nos movemos y, en particular, aquello que nos enseñaron de pequeños y que se grabó en nuestras mentes, convirtiéndose en automatismos que, en muchas ocasiones, nos llevan a sufrir innecesariamente.
Miramos al pasado con esos condicionantes, sintiendo muchas veces culpa, remordimiento, y tememos que el futuro no sea lo esperado, sintiéndonos con miedo, ansiedad y angustia ante lo que nos espera.
Nuestro pensamiento crea nuestra realidad, por tanto, si nuestra realidad presente no es la que desearíamos, quizás podríamos empezar por modificar esos pensamientos. Sin embargo, sentimos una extraña comodidad dentro del incómodo mundo que nos hemos montado, pues es lo que conocemos, lo que nos hace sentir seguros aunque no nos guste demasiado. Sabemos manejar esa situación y esa realidad. Un cambio de perspectiva implica reconocer que nuestros mecanismos ya no funcionan y se traduce en “salir de nuestra zona de costumbre o seguridad” que tan celosamente y durante tanto tiempo hemos defendido, convirtiéndola en una especie de cárcel.
Podríamos compararnos con ese jilguero que tenemos en una jaula en nuestra cocina desde hace ya tantos años que ya no recordamos cuándo entró en nuestras vidas. Si le abrimos la puerta de la jaula no irá más allá de la sala de estar para regresar prácticamente de inmediato a su encierro, aún cuando las ventanas de casa estén abiertas indicando el camino de “la libertad”. Esto se debe a que lo que hay fuera resulta desconocido y nos asusta.
Sentimos gran miedo a equivocarnos, a embarcarnos en la incertidumbre de lo desconocido y, sin embargo, sólo a través de los errores podemos llegar a aprender, cambiar, mejorar y evolucionar.
Otras personas se escudan en el “yo soy así y no puedo hacer nada para cambiar, ya que siempre fui así, desde que nací”…”es mi carácter…cómo voy a cambiar a estas alturas”. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, ya que el primer paso para cambiar es quererlo, desearlo con fuerza y estar dispuesto a equivocarse por el camino.
Sin duda ese cambio debe venir desde algo que me motive a hacer el recorrido, pues si algo me motiva el camino se me hará más ameno y agradable y no tendré la tentación de abandonarlo a la primera de cambio. Por eso, en ocasiones, solicitar ayuda para elegir qué camino escoger es una buena opción y un signo de valentía.
Si dejamos de aprender y de evolucionar nos quedaremos obsoletos, desfasados, fuera de lugar, perdidos. Así, las preocupaciones que siempre hemos tenido se acentuarán y se repetirán de forma constante convirtiéndose en obsesiones. Debemos cambiar, salir de esa “zona de seguridad”, olvidar el refrán absurdo de “más vale lo malo conocido…” que nos invita al conformismo de la infelicidad. El movimiento es vida y en lo nuevo están las posibilidades de mejora, pues aquello viejo que hace ya tiempo que no me funciona no lo va a volver a hacer de repente, sin más. Necesitamos ser más humildes para afrontar el cambio, estar dispuestos a caernos para luego levantarnos. Lo desconocido requiere más esfuerzo personal que lo ya descubierto, pero nos abre nuevas posibilidades. Dejemos pues con el año que finalizó el miedo a equivocarnos, ya que no podemos aprender sin errores, y seamos capaces de salir de la jaula y volar hacia la ventana, para surcar el inmenso cielo azul con el viento como motor, aunque a veces este no vaya a nuestro favor.