miércoles, 7 de diciembre de 2016

LAS PALABRAS SON EL CAMINO A LA ESPERANZA

La mayoría de los estudios y encuestas sobre problemas matrimoniales cataloga la comunicación como una de las principales causas de los problemas de pareja. Los estudios realizados alrededor del tema del divorcio apuntan a señalar la mala comunicación de la pareja como uno de los factores que agrava los conflictos. A menudo parejas acuden a mi consulta con frases como: “No podemos hablar de nada importante sin pelear”, “Mi esposa es demasiado sensible”, “Siempre está llorando, gritando o quejándose de algo”, “Sencillamente la evito; es más fácil”, “Como todo lo hago mal, lo mejor es no hacer nada”.

La comunicación es esencial en cualquier relación de pareja porque a través de ella podemos conocer, comprender y amar a las personas, ya que no se puede amar lo que no conocemos. Además es importante comunicarnos para que nuestra pareja sepa lo que nos gusta, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que necesitamos o esperamos de la vida y con esto nuestra pareja podrá tener un mayor conocimiento en general de nosotros y podrá entendernos y ayudarnos cuando así lo necesitemos.

La comunicación es algo fundamental  en las relaciones que tenemos y esa manera de comunicarnos se aprende desde que somos pequeños, con los padres, quienes serán los referentes a la hora de buscar pareja y en la manera de comunicarnos con ella, entendiendo como “normal” aquella comunicación que mis padres tenían entre ellos y copiando uno u otro modelo de ellos, el del padre o el de la madre. Es importante hacer un alto en el camino y evaluar hasta qué punto hemos permitido que la mala comunicación erosione la relación de pareja. Un matrimonio en el que el orgullo lleva a evitar toda evaluación de ideas, así sean diferentes en cada uno de los cónyuges, está camino al fracaso. La comunicación llega a ser efectiva entre los cónyuges cuando, a pesar de las diferencias de opinión, se establece un canal de diálogo conducente, no a agravar la situación, sino a procurar el entendimiento. Nos damos un espacio para intercambiar ideas, sentimientos y opiniones, y profundizar en el conocimiento del otro.

La comunicación, para que sea sana, debe ser coherente. Lo que decimos con las palabras debe estar en sintonía con lo  que  expresamos  con  los afectos.  A  las  palabras  deben  corresponderles  sentimientos, comportamientos y gestos coherentes.  Además una buena comunicación es intencionada,   significa  saber  qué  se  dice  y  querer  decir  las  cosas concretas  de  la manera  apropiada. Además la comunicación debe ser clara y transparente, sin segundas intenciones para no dar lugar a interpretaciones.

Cuando conocemos a una pareja, ésta trae tras de sí a todo su sistema familiar y posiblemente si en la casa de uno de los cónyuges no se comunicaban sus padres, él o ella consideren que lo normal sea la ausencia de la comunicación. Por el contrario puede suceder que el otro cónyuge viviese en un ambiente familiar donde se decía todo y se expresaban los afectos de forma desbordada, por lo que le costará entender a una pareja que no expresa ni comunica nada, que a su vez verá excesiva la forma de comunicarse de  aquél.

Pedir ayuda cuando la comunicación no es adecuada puede ser de gran ayuda pues al igual que hemos copiado la comunicación a través del aprendizaje vicario de nuestros padres podemos reaprender nuevas formas de comunicación más sanas para establecer puentes que nos acerquen a nuestra pareja y a otras personas con las que nos cuesta establecer una comunicación efectiva. Quizá si entendemos que replicamos las conductas de nuestra familia de origen y nuestra pareja las de la suya podamos crear nuevas formas genuinas de entendernos desde el tú y yo, construyendo un nosotros.

Algunas sugerencias para la comunicación en la pareja podrían ser, entre otras:

Ø Cada uno habla por él y no en el sitio del otro. 

Ø Nadie es capaz de leer la mente de los demás. 

Ø No interrumpir al otro cuando habla. 

Ø Evitar los “dobles sentidos”. 

Ø No usar intermediarios. 

Ø Ninguna alusión, ironía,  

Ø No remover el pasado. 

Ø Un tema cada vez. 

Ø Utilizar un lenguaje propositivo. 

Ø Esperar 5 segundos antes de contestar. 

Ø  Hablar en “yo” y no en “tú”. Hablar de lo que yo siento ante esa actuación sin juzgar los actos del otro

 Las palabras iluminan nuestros pasos y aprender a expresarnos de nuevo con las palabras y la comunicación adecuada es como aprender a caminar de nuevo; es difícil pero no imposible, y en pareja, si el esfuerzo es de ambas partes, el recorrido del camino se reduce a la mitad, pues cada uno recorrerá una parte del mismo para reencontrarse con el otro en el encuentro con la mejor versión de cada uno de nosotros mismos y el reconocimiento de la del otro. El camino es difícil pero sin duda vale la pena, pues no existe aprendizaje más apasionante y reconfortarte que el conocimiento de uno mismo ni mayor maestro en la vida que las parejas.

Os animo a todos a regalaros estas fiestas un espacio de comunicación con el otro si podéis hacerlo solos, y si no es posible, pidiendo ayuda a un profesional especializado en la comunicación familiar y de pareja. Las palabras bien empleadas deshacen nudos y angustia. Las palabras adecuadas iluminan el camino y lo llenan de nuevas esperanzas.

 

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